Unas veces es más fácil que otras

Reflexiones para inspirar a los padres a seguir adelante – vale la pena

By E. Quinones

Somos una familia combinada. Bueno, ahora lo somos. Al principio, yo solía decir: “La realidad de ser una familia combinada es como tratar de mezclar aceite con agua”. Al principio del siglo conocí a mi esposo. Conversamos por primera vez donde se guardan los objetos perdidos en la escuela primaria de nuestros hijos. Ambos estábamos divorciados y teníamos hijos de varias relaciones anteriores. En ese entonces, los dos estábamos tomándonos un descanso en nuestras relaciones. Estábamos en terapia, trabajando en lo nuestro. Desde el principio tuvimos eso en común. Entre los dos teníamos cinco chicos menores de 11 años (de 2, 7, 8, 9 y 10 años), con otros tres padres en la mezcla.

Cuando decidimos empezar nuestra relación, lo hicimos con los ojos bien abiertos. Sabíamos que sería retador, especialmente porque los niños no habían pedido ser puestos en esta situación y, definitivamente, ninguno quería más hermanos. Fuimos honestos y les dijimos que ambos estábamos en terapia. Hablamos con nuestro terapeuta al principio sobre la dinámica de los niños y estuvo de acuerdo con ser el terapeuta de la familia también. Igualmente, nos aseguramos que los niños tuvieran acceso independiente al terapeuta.

Estoy segura que se pueden imaginar que se nos acercaba la etapa de la adolescencia. Al alcanzarla, lo de las hormonas estaba por todos lados. Los otros padres tenían diferentes opiniones prácticamente acerca de todo: escuela, amigos, manejar, horarios límite, etc. Trabajamos realmente duro para navegar por todo esto. Con frecuencia nos recordábamos que pronto crecerían y sólo nos tendríamos el uno al otro. ¿Eran nuestras metas en la relación lo suficientemente fuertes para navegar estos turbulentos tiempos? De verdad, esperábamos que lo fueran. Trabajábamos arduamente individual, colectiva y colaborativamente, pero los obstáculos parecían tan grandes que a veces nos era difícil estar seguros.

Como al cuarto año de estar en esta relación la vida se había vuelto muy real. Cada uno de nosotros había perdido a un padre por enfermedades cortas. Avanzábamos en nuestras carreras profesionales y eso requería nuestra atención. Uno de nuestros hijos estaba pasando por tiempos muy duros. No nos dimos cuenta inmediatamente del grado de las cosas, pero ultimadamente nos enfrentamos con el uso y experimentación de estupefacientes, autolesionamiento, mentiras, robos, exploración sexual, malas notas en la escuela y relaciones con grupos sociales cuestionables, además de las dinámicas interpersonales entre todos los niños. “¿Por qué le ponen tanta atención a ellos?” “¡Lo hacen sólo por llamar la atención!” “¡Les quieren más que a mí!” “¡Ni siquiera es hijo biológico, deja que sus padres se encarguen de ellos!” Etc., etc.

Lo cierto es que uno de nuestros chicos tenía desafíos de salud mental reales y necesitábamos ayudarle. Eso es lo que hacemos como padres, ¿verdad? Aunque no lo quieran. Incluso cuando los otros padres se oponen. Hasta cuando las escuelas nos dicen que están haciendo todo lo que pueden hacer. Luchamos por nuestros hijos porque se merecen la oportunidad de encontrar las herramientas que les ayuden a navegar sus propios desafíos. Y mantendrán estas herramientas el resto de sus vidas.

Pasamos unos años muy difíciles. En este tiempo, navegamos tentativas de suicidio, admisiones a hospitales de salud mental, fugas y mucho miedo escondido detrás del enojo. Comparto esto para que Ud. no pierda la esperanza. Para decirle que vale la pena y asegurarle que hace lo correcto al luchar por su hijo – biológico, hijastro o escogido. Es difícil y, a veces, parece que uno no hace ninguna diferencia. Pero, por favor, sepa que sus esfuerzos valen la pena.

Le comparto cinco sugerencias:
  1. Confíe en sus instintos. Si siente que algo no está bien, investigue. No deje de investigar. Mantenga los ojos abiertos y use su discernimiento.
  2. Busque ayuda profesional. Siga buscando hasta que encuentre la correcta para SU hija, no para alguien más. Que su hija entreviste ella sola a tres terapeutas y permítale que sea ella quien escoja con quién quiere trabajar. Se trata de su hija, no de Ud. Ella necesita estar invertida en ello. Y está bien si hay que despedir al terapeuta, médico, amigo o miembro de la familia.
  3. Confíe que al final funcionará. Dé sin esperar nada a cambio. Déles las herramientas. Déles amor. Enseñe qué hacer; no apoye malos hábitos. Muchas veces eso es diferente de lo que uno pensaría. Estar de acuerdo en internar a un hijo en un hospital de salud mental es, en realidad, ayudarle. Se lo agradecerá después – los nuestros lo hicieron. Piense en su hijo y no en el qué dirán de otros cuando juzgan desde lejos. Ud. es la única persona que sabe lo que su familia está atravesando.
  4. Lo que uno puede hacer tiene un límite. Nosotros tuvimos que enfrentar una realidad dura en un momento: talvez nuestro hijo tenía que tocar fondo. No lo podíamos impedir. Era como estar sentados en una esquina y mirar un choque en cámara lenta. Fue horrible. Pero juramos que estaríamos ahí todo el tiempo y que, si lo deseaba, le ayudaríamos a levantarse. Era cosa de que quisiera nuestra ayuda, porque forzarle a que la recibiera no iba a funcionar.
  5. Evalúe su relación con su cónyuge/compañero/persona especial. Uds. son el modelo para sus hijos, todos ustedes. Sus hijos los observan. Aunque ellos están pasando por sus propias experiencias, observan cómo responden ustedes. Observan la forma en que ustedes, como pareja, responden. Observan la forma en que sus otros padres responden. Lo absorben todo y les servirá para navegar sus propias vidas adultas. Vivan la vida que desean para sus hijos. Pónganse la máscara del oxígeno ustedes primero, porque sin ella no podrán ayudar a sus hijos en la forma en que ellos lo necesitan.

Me siento feliz de decir que casi 20 años después, nuestra relación es fuerte. Todavía tenemos el mismo terapeuta. Nuestros hijos ya están en sus años 20 y tienen sus relaciones individuales los unos con los otros; unas más cercanas que las otras. Algunos están tratando de figurar los siguientes pasos en su vida. Al final, saben que pueden contar los unos con los otros y obtener respuesta. Con confianza puedo decir que hemos combinado a nuestras familias juntos, pero quiero referirme a nosotros simplemente como una familia. Nuestra familia es única, diversa y, realmente, muy especial, como la suya.

En cuanto a nuestro hijo con los desafíos de salud mental, está trabajando en su bienestar todavía. Está en la universidad y tiene un trabajo de mucho impacto. Y somos realmente muy cercanos. Acabo de celebrar un cumpleaños y la tarjeta que me dio decía: “Gracias por escoger criarme”. Esa corta declaración de gratitud pareció borrar cualquier duda que hubiese en mi corazón. Hizo una diferencia. Fui la persona que necesitaba en su vida, aunque muchas veces sentí que me golpeaba la cabeza contra un muro. Valió la pena. ¡No desmaye!

Esta historia es real y reflexión de la autora, quién pidió el anonimato. Está escrita con la intención de incluir toda identidad de género.